El verdadero Cristianismo

 

El verdadero cristianismo (los principios divinos que enseñó Cristo) no debe ser confundido con alguna de las formas que lo oscurecen. El verdadero cristianismo no es oriental ni occidental, y tampoco lo son las enseñanzas de Cristo y de los demás santos. Sus principios eternos pertenecen a cada alma que busque la verdad.

Jesús el hijo del hombre, ascendió al nivel de ser un hijo de Dios. Es decir, se elevó por encima de la conciencia humana ordinaria y entró en la conciencia cósmica, el puro reflejo de Dios presente en toda la creación. Cuando San Juan dijo "a aquellos que creen en su nombre, les dio potestad para llegar a ser hijos de Dios," quería decir que cualquiera que recibiese la Conciencia Crística, que pudiese incrementar la capacidad de su conciencia para abarcar el infinito océano de la verdad, se convertiría como hizo Jesús, en un hijo de Dios – uno con el Padre. Esto da esperanzas a cualquier corazón que busque la verdad; Porque no habría ningún incentivo en seguir el ejemplo de Jesús si no pudiésemos ser como él. Jesús no fue enviado para simbolizar el objetivo inalcanzable, sino como una inspiración viviente, para demostrar que todos podemos buscar y alcanzar nuestros objetivos. Si Dios creó a todos los hombres a su imagen, tal y como dice la Biblia, no puede dar más a uno que a los demás. El no puede ser parcial, porque eso le alejaría de ser divino. Nosotros somos sus hijos, creados por el poder de Su ser. Dios no hizo solo de Jesús el gigante espiritual que es. Si Dios crea seres únicos, creados en fábricas espirituales, entonces podemos pensar que es inútil esforzarnos, que solo nos queda esperar que Dios nos moldee espiritualmente por nosotros. Sin embargo, la capacidad de elegir, el poder de ejercer la libre voluntad, es suficiente para demostrar que podemos adquirir un crecimiento espiritual a través del esfuerzo. Jesús luchó, rezó, ayunó, se disciplinó en todos los caminos posibles. Admiramos a Jesús porque, naciendo humano, llegó a ser divino.

La verdad espiritual es una! Que interpretada por los cristianos se llama cristianismo; Interpretada por los hindúes, hinduismo; etcétera. La estrechez mental confina a la religión a una determinada iglesia y a creencias sectarias.

La verdad ha sufrido muchas interpretaciones, conservadoras y liberales. Pero lo más importante es que debemos alcanzar el objetivo de la autorrealización de la verdad, donde las interpretaciones hechas por el hombre ya no nos limiten y no nos influencien más. El objetivo del Yoga es el de enseñar métodos prácticos, técnicas exactas de ampliar el espectro de la conciencia humana, para que la verdad pueda seguir fluyendo continuamente, sin la obstrucción del dogma o de creencias indemostrables. Yogoda nos muestra, no solo las palabras y las personalidades de los santos y los profetas, sino también el camino de la concentración de un modo práctico. Muestra la progresión paso a paso de la creencia a la realización personal y a la obtención individual de la divinidad, o se Dios. Lo que Jesús predicaba puede ser comprendido sólo a través del desarrollo de la conciencia interna, espiritualizando nuestro ser interior. El cristianismo, originalmente ponía menos énfasis a las formalidades externas de la religión. Jesús enseñó a la gente oriental de una forma oriental. Las verdades que él explicaba fueron interpretadas por las mentalidades orientales que le rodeaban. Las experiencias espirituales de los personajes bíblicos adquieren un matiz oriental cuando son expresadas a través de una terminología y mentalidad oriental.

Las experiencias del alma no pueden ser expresadas totalmente a través de las palabras, y acaban teniendo una marca individual propia. Así que cuando Jesús nos dijo: ‘Vended lo que tengáis y dadlo a los pobres, ‘No os preocupéis por el mañana...por lo que debáis comer o por lo que debáis llevar, y demás premisas espirituales de Jesús no podrían aplicarse en occidente hoy en día. Las palabras de Jesús referidas al rehúso de las posesiones materiales era aplicable a esa época y condiciones. Si Jesús estuviese predicando hoy en día a los americanos, su mensaje sería el mismo, pero expresado de forma diferente a como hace dos mil años; En ese entonces, la gente vivía en condiciones sociales y climáticas que hacían que se pudiese vivir de forma mucho más simple de cómo es ahora. Un poco de trabajo era suficiente para conseguir lo necesario para vivir. El clima cálido simplificaba los problemas de vestir y de construir casas.

Eres Energía, Vibración,Creador, eres parte de Dios!

         

El lado físico de la vida necesitaba menos atención. El cristianismo oriental enseñaba a vivir con simpleza, a meditar en el regazo de la Madre Naturaleza. Jesús no predicaba un modo de vida apartado de nuestras obligaciones diarias y tampoco nos haría abandonar la rutina diaria de hoy en día. Esta es una época diferente; los propósitos del Creador piden que la evolución del mundo proceda a través de nuevas y variadas condiciones.

De modo que Jesús no pediría un cambio drástico de las formas prácticas y las condiciones de nuestra vida. Ahora, igual que entonces, nos diría que las formalidades de la vida son secundarias; que el único cambio valioso, el único avance permanente, es el avance interno del hombre hacia la perfección espiritual. Porque las condiciones externas nunca serán perfectas a menos que las internas lo sean.

Los efectos nunca pueden preceder a la causa. Y la historia nos enseña, que un hombre debe desarrollar su vida en todos los campos, sin despreciar los lados físico, mental o espiritual, si quiere alcanzar la perfección. Si pudiésemos tomar estadísticas de las mentalidades del mundo, veríamos que los orientales están más inclinados por la espiritualidad, (debemos admitir que a causa del énfasis espiritual en oriente, y en la India en particular, ha sido el suelo que ha alimentado a los más grandes profetas y santos – Como por ejemplo: Jesús, Buda, Krishna, Shankara, Chaitanya, paramgurús, y muchos más. Y los occidentales están más volcados hacia el lado material, industrial y científico en su estilo de vida. Es por eso que el cristianismo oriental, de la forma que lo enseñó Jesús, tomó un cariz distinto al llegar a occidente. Además, incluso si la gente quisiera llevar a cabo literalmente todas las instrucciones dadas por Jesús, no serían capaces de hacerlo con una buena conciencia. Las responsabilidades de la familia evitarían que un hombre vendiera todos sus bienes y diese el dinero a los pobres, porque no se estaría portando bien con aquellos que dependen de él, los que tienen derecho a esperar su ayuda y protección. Pero el hecho de que no cumplan literalmente los preceptos de Cristo no significa que no sean verdaderos cristianos, que siguen con fe las enseñanzas y la verdadera esencia del cristianismo. Porque por ejemplo, podrían espiritualizar su ambición y su riqueza usándola para hacer el bien con los demás. Pueden evitar la avaricia del lujo y satisfacer únicamente sus verdaderas necesidades. Las iglesias occidentales han hecho incontables buenas acciones al recordar a la gente sus deberes espirituales hacia las leyes de Dios. Pero las iglesias carecen del espíritu de la profunda meditación y la verdadera unión con Dios que Jesús y sus discípulos manifestaron tan claramente en sus vidas. Hoy, las congregaciones en la iglesia se hacen con el cuerpo, mientras que la mente está en algún otro lugar. Durante el sermón solemos estar pensando en la comida o en algún negocio que tenemos entre manos. Ese vagar mental no es un error del que va a la iglesia. El problema es que esto pasa porque nunca ha sido instruido en la disciplina de dirigir su mente y sacarla del estado de distracción para enfocarla hacia Dios. Aún es más, el hombre común no sabe o no cree que sea posible comunicarse con Dios. Podemos contactar con Dios a través de la práctica de técnicas específicas de concentración y meditación en la vibración cósmica. El te parecerá tan real y cercano como el cuerpo y los pensamientos de uno mismo.

El Yoga ha sido enviado para enseñar el arte de unirse con Dios, de entrar en contacto con El personalmente, de sentir la Fuente de toda luz, todo el poder y toda la felicidad que de El procede. La verdadera religión no es exclusiva. Su esencia es doble. La primera y más importante es que consiste en ciertos principios interiores de unión con Dios que hacen de la vida una progresión, permanentemente feliz y bella en todos los sentidos. En segundo lugar, tiene formas mentales de rutina y disciplina que se requieren para manifestar esos principios internos en la vida material del hombre. Las costumbres religiosas son como la cáscara, necesaria para proteger el fruto de la verdad. Pero si la cáscara no cubre ninguna semilla de la vida, entonces no sirve para nada. Los sacramentos, las campanas del templo, la cruz, la media luna - estas exteriorizaciones han sido necesarias para simbolizar ciertas verdades espirituales. Pero con el tiempo, las mentes de la gente se han concentrado en la forma externa del servicio o ritual, en la personalidad del predicador, la arquitectura y el tamaño de la iglesia o templo, el número de seguidores y su estrato social y posesiones. Por otro lado están los iconoclastas que quieren destruir cualquier forma de religión distinta. En ambos casos, el error solo consiste en no querer dedicar un poco de tiempo para desarrollar nuestro verdadero ser interior espiritual. Así, que los símbolos, las formas externas, o la teología de una religión u otra, hacen de modo que todo eso se transforme en unas banderas rojas que excitan el toro del fanatismo religioso, de sus opuestos. Yogoda ofrece un remedio, una solución. Hace que los practicantes de distintas religiones se unan para vivir juntos en armonía para buscar la verdadera realidad que se oculta detrás de la forma, la Verdad que es la semilla de toda religión. Yogoda no pretende unir todas las religiones en una sola iglesia, ni destruir las expresiones individuales de la religión, sino mostrar los métodos científicos mediante los cuales la utilidad y la verdad de la iglesia puedan ser probadas y demostradas. El cambio de las costumbres religiosas, o la fusión de todas las formas distintas en una sola, no alteraría la actitud religiosa. Nada excepto la verdad probada y demostrada que puede ser experimentada individualmente, podrá satisfacer la mente humana y apartar los prejuicios y la ignorancia religiosa. Debemos ir a la iglesia solo con un propósito: unirnos con Dios. Si os hacéis mayores acostumbrándoos al silencio y a la meditación profunda, veréis lo que esto ha hecho por vuestras vidas. Hacen falta sitios silenciosos para unirse a Dios. Ese es el verdadero propósito de las iglesias y templos.